Excusas y más excusas…

He conocido personas que ponen cientas de excusas para todo, «es que esa persona me ofendió, o me lastimó», «es que yo no le puedo perdonar lo que me hizo», «yo no tengo la culpa, ella malinterpretó la situación», «yo no tengo porqué ir a pedirle perdón, él debe de venir a disculparse…» y así vamos por la vida, poniendo excusa tras excusa, barrera tras barrera, y vamos formando un escudo donde no podemos ver lo que nosotros mismos estamos creando con nuestras propias trabas y actitudes.

La falta de perdón es una atadura, y a la vez, un muro que nos impide entrar en la presencia de Dios. Es una atadura porque la única persona que se hace daño al guardar tanto dolor y rencor es uno mismo y por lo tanto no hay libertad. Es un muro porque la Biblia es tan clara y nos dice que si nosotros no perdonamos a los que nos ofenden, entonces el Padre no nos perdonará a nosotros. También nos dice que antes de ir a su presencia,  primero estemos a cuentas con quien tengamos algún conflicto, ya sea un amigo, nuestros padres, compañeros de trabajo, hermanos en Cristo, etc. y volvamos a su presencia para ponernos a cuentas con él.

A mí algunas veces me ha pasado que al estar en la presencia de Dios y siento que no puedo entrar o perderme simplemente hablando con él,  me pregunto: ¿Por qué Señor? si ya te pedí perdón por mis fallas, mis pecados… ¿por qué no puedo escucharte? y el Señor me ha dicho, ¿segura? ¿segura que tu corazón está limpio…? yo no puedo obrar del todo si no has escudriñado a profundidad tu corazón… examina y volveremos a hablar… y entonces es cuando comencé a preguntarme, ¿que hay de malo en mí? ¿que hay en mi corazón que no he visto? y el Espíritu Santo me fue revelando… «no has perdonado a esta persona, cada vez que vez a esa otra persona sientes tristeza o molestia… hay rencor en tu corazón Valeria».

Y de ahí en adelante he escudriñado mi corazón cuando voy a su presencia, porque es lo que él nos pide, que examinemos nuestros caminos y nuestros corazones y no seamos engañados… ¡necesitamos de su gracia y misericordia!

¿Cuantas veces no has buscado la presencia de Dios por no querer deshacerte del resentimiento en tu corazón? ¿y cuantas veces has ido a la presencia de Dios creyendo que todo está bien y que tu corazón está limpio delante de él? Es tan importante que cada día podamos llenarnos de su palabra, que es lampara a nuestros pies, es quien alumbra no solo nuestro caminar sino nuestro corazón, que en muchas ocasiones aún y cuando no nos damos cuenta puede contaminarse si nosotros lo permitimos. 

Cuando no leemos la Biblia nuestro corazón no puede ser moldeado o transformado, Dios nos dio su palabra para que obedezcamos sus mandamientos y para que podamos guiarnos conforme a sus propósitos para nuestras vidas. Es por eso que Jesús todo el tiempo que estuvo en la tierra se alejaba a un lugar a solas para hablar con el Padre, Jesús sabía que necesitaba pasar tiempos de intimidad con él para ser fortalecido y lleno de su presencia para cuando viniera el enemigo no cayera en tentación. Sí Jesús todo el tiempo buscaba ese tiempo con el Padre ¡Cuánto más nosotros lo necesitamos!.

El enojo, resentimiento, rencor, odio, tristeza, crean una raíz de amargura en nuestro corazón y se vuelve una atadura, en el libro de Proverbios la biblia nos dice que: «El corazón alegre hermosea el rostro; mas por el dolor del corazón el espíritu se abate». entonces, si nuestro corazón está envuelto en todos estos aspectos de indiferencia, el Espíritu de Dios no puede habitar en él.

Jesús desea y manda que amemos a los demás como él nos ama a nosotros, y por lo tanto, que perdonemos como él nos perdona cada día, no estamos excusando que las personas no son malas y no nos lastiman, pues estamos de acuerdo en que nadie es perfecto y solemos fallar y también guardar resentimiento en nuestro corazón cuando nos dañan, pero si nos llamamos CRISTIANOS o seguidores de Jesús, entonces debemos hacer lo que él nos pide, que es AMAR, PERDONAR, TENER MISERICORDIA… para tener un corazón limpio, sensible, bondadoso y podamos reflejar a Cristo de manera genuina en nuestras acciones y palabras… Hoy te invito a meditar en esto y si tienes alguna cuenta pendiente con alguna persona, seas libre… pidiendo disculpas a quien has dañado aún inconscientemente, y permitirte soltar el dolor que otra persona te ha causado aún sin que él o ella venga a disculparse directamente contigo… nuestro corazón necesita ser lavado y renovado para que podamos ser un reflejo del amor de Dios a los que nos rodean, pues como hijos de Dios cada día estamos expuestos y los demás nos ven como ejemplo… perdona y serás perdonado!!

«Por lo tanto, si presentas una ofrenda en el altar del templo y de pronto recuerdas que alguien tiene algo contra ti, deja la ofrenda allí en el altar. Anda y reconcíliate con esa persona. Luego ven y presenta tu ofrenda a Dios.» Mateo 5:23-24 

«En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios. Porque éste es el mensaje que habéis oído desde el principio: Que nos amemos unos a otros.» 1 Juan 3:10-11

«Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos. El que no ama a su hermano, permanece en muerte. En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos. Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él? Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad. » 1 Juan 3:14,16-18 

Deja un comentario